sábado, 29 de octubre de 2016

El premio nobel de la paz al Presidente de Colombia

                                      EL PREMIO NOBEL DE LA PAZ AL PRESIDENTE DE COLOMBIA
                                                                        

       
            En las sociedades con desigualdades sociales como las existentes en America Latina, a raíz del triunfo de la revolución cubana, el 1 de enero de 1959, después de una exitosa guerra de guerrillas de dos años de duración, tomó auge por varios años en el continente americano, el intento de derrocar gobiernos tradicionales por la fuerza, e instalar gobiernos revolucionarios, semejantes al cubano.
            Pero la guerra de guerrillas solo prosperó en Nicaragua, fracasó en los demás países donde se intentó y el líder revolucionario mas conocido, el argentino Ernesto (Che) Guevara, perdió la vida en  1967 en Bolivia, tratando de repetir el éxito de la revolución cubana.
            Por vía de las urnas, han surgido gobiernos  que   podemos considerar moderadamente revolucionarios, en Venezuela, Ecuador y  Bolivia, los cuales celebran periodicamente elecciones, con participación de partidos de oposición.  Pero no ha vuelto a repetirse el caso de una revolución, como la que lleva ya en Cuba 57 años, que no tolera oposición interna, ni celebra elecciones libres con mas de un partido, sea por la oposición que a estos movimientos hace Estados Unidos, o porque los pueblos no están de acuerdo con el surgimiento de nuevas dictaduras, ni de derecha, ni de izquierda.
            Es dentro de  este panorama político  que vemos el caso de Colombia, con suma extrañeza.
            La guerrilla colombiana que se inició en 1964 (hace 52 años)  luchaba infructuosamente  por derribar el gobierno tradicional de su país e instalar uno revolucionario y en una clara señal, de como cambian los tiempos, fueron los mismos cubanos, los que propiciaron un acuerdo de paz entre   las partes y las reuniones tratando de lograr un acuerdo para concluir la actividad guerrillera y que tomaron cuatro años, se celebraron en La Habana.
            Finalmente se llega a un acuerdo, se firma con la presencia de mandatarios extranjeros incluyendo nuestro Presidente Lic Danilo Medina, quien asistió a La Habana y también a  Bogotá, para dar validez al pacto con su presencia, cuando casi simultaneamente ocurren dos cosas:
a)     El gobierno colombiano somete el acuerdo de paz a un plebiscito, con   una semana de antlcipación a la fecha de su celebración, para que sea aprobado y
b)    En Escandinavia, se le otorga el prestigioso  Premio Nobel de la Paz del 2016, al presidente colombiano,  Juan Manuel Santos.
Entonces llega la  noticia de que el acuerdo de paz había perdido por menos del 1% de los votantes, su aprobación por el pueblo colombiano  También  se reporta que solo participó el 38.5% del electorado en el plebiscito, lo que sIgnIfIca  que fue rechazado por el 19.5% del total de posibles votantes.
            Ahora bien, que la mayoría del electorado se abstenga de participar en elecciones en Colombia, es lo habitual. En el año 2014, en la elección presidencial de Santos, en la primera vuelta se abstuvo el 60% y en la segunda el 54%.
            Esto demuestra  que el pueblo colombiano ha perdido la fe en las elecciones y no se motiva a depositar su voto en las urnas y eso es penoso.
            También nos indica  que el pueblo no cree en sus dirigentes, revolucionarios o conservadores. Entonces uno se pregunta: Politicamente, ¿Qué está pasando en Colombia?
            A que se debe esa indiferencia, ante  un tema tan trascendente, como es establecer un proceso pacífico para lograr cambios que mejoren la justicia social en el país.
            ¿Es que una semana de tiempo fue un período muy corto, para  que el pueblo asimilara la magnitud sobre  lo que se le estaba pidiendo su opinión.?             
            Desconocemos las intimidades de la política colombiana, pero lo que de  lejos salta a la vista con todo lo acontecido es, que allí la población no tiene esperanza de que las cosas cambien, no importa quien esté dirigiendo el destino del  país.
            Ojalá el Premio Nobel de la Paz al Presidente Santos, eleve su credibilidad ante el pueblo colombiano y este se percate, de como el  resto del mundo aprecia,  la magnitud de lo ocurrido.  
             



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