sábado, 29 de septiembre de 2018
sábado, 22 de septiembre de 2018
La masoneria ayuda a Duarte en Alemania
ESPECIAL
PARA LA INFORMACION AYER
Y HOY
articulosdeopinion2004@yahoo.com JUAN PABLO DUARTE. SU VIDA Y SU OBRA
(LXXIII)
Julio M.
Rodriguez Grullón
LA
MASONERIA AYUDA A DUARTE EN ALEMANIA
En
el trayecto a Alemania, que tuvo una duración de 46 días, al parecer por
paradas comerciales del bergantín que los llevaba, Duarte se recuperó por el momento de sus
fiebres y en esa ciudad se hospedó en una casa de huéspedes, situada frente al muelle de la ciudad.
Esa construcción ya no existe, pero
lo cierto es que el ambiente era muy parecido al de la atarazana en Santo
Domingo, donde estaba ubicado el negocio
de su padre donde el laboró desde que
era un jovencito, por lo que debió
sentirse familiarizado con lo que
allí ocurría.
Estaban
a finales de octubre y para los habituados al clima tropical como Juan Isidro
Perez y los hermanos Richiez, este frio era insoportable, por lo que cuatro
días después le su llegada le dijeron a Duarte que ellos se marchaban a un
ambiente mas caluroso y salieron hacia Saint Thomas en la primera embarcación
que pudieron, .dejándolo solo.
Duarte
quien había pasado dos inviernos en Barcelona toleraba mejor la temperatura.
Al
verse solo, Duarte, quien había apreciado la presencia de logias en la ciudad,
se presentó en una de ellas enseñando sus credenciales como miembro de la logia
Constante Unión de Santo Domingo. La acogida que tuvo fue más que calurosa.
Se
le invitó a un banquete el día 5 de noviembre y en el se le dio una cordial
bienvenida. Aunque Duarte no hablaba alemán,
el sabía francés e inglés y con esos idiomas pudo entenderse con sus compañeros
masones, quienes lo pasearon por la ciudad y le hicieron sentirse bien. Hasta
relaciones con el sexo opuesto tuvo el patricio y es la única vez que en sus
notas, que no se perdieron como las de Venezuela, se refiere a este tema y en
ellas señaló lo siguiente:
“Debo
a la sociedad hamburguesa, o si se quiere
a su aristocracia, muchas pruebas de estimación y respeto; al considerar que
estaba sufriendo por mi patria, me atrajo muchas simpatías, hasta en el bello
sexo. Las hamburguesas son afables, pero lo que las hace mas amables, es que unen la afabilidad
con el decoro.”
Debido
a la parquedad de Duarte al respecto, que nunca se refirió en sus escritos a
sus novias dominicanas, Marieta Bobadlla o Prudencia Lluberes, es fácil pensar
que algún consuelo recibió en aquel frio, que lo haría mas llevadero.
Duarte
también al parecer dió informaciones a la prensa de la ciudad sobre los
acontecimientos independentistas en Santo Domingo.
Pero
le era imposible obtener trabajo en esa ciudad, por lo que a finales de
noviembre, decidió regresar hacia el Caribe, con la intención de regresar a Venezuela,
donde facilmente encontraría como ganarse la vida. Así que se despidió de sus
amistades alemanas y el 30 de noviembre emprendió viaje de regreso hacia Saint
Thomas, donde llegaría la noche buena de aquel 1844, después de una travesía que esta vez tuvo una duración de unas tres semanas.
La
presencia de Duarte tan cerca de Santo Domingo, motivó una serie de situaciones
que afectarían su conducta por los próximos años, fiel a su convicción de que
el no sería manzana de la discordia
entre dominicanos y mucho menos que se produjera derramamiento de sangre por su
culpa.
Su
altruismo le produjo una reacción de
aversión en sus reuniones con los dominicanos que encontró en la isla, quienes
habían sido exiliados por Santana, pues cuando se reunía con ellos, comprobaba
que sus intereses personales, estaban por encima de los colectivos de la
patria. . La noticia de esas reuniones llegaban a Santana, quien pensaba que se trataba
de conspiraciones en su contra y esto lo puso en un estado de ánimo, de dar una
demostración de hasta donde podía llegar para mantenerse en el poder.
Así las cosas, en febrero de 1845,
se descubrió una conspiración en Santo Domingo contra Santana, en la que estaba involucrada
María Trinidad Sanchez .
sábado, 15 de septiembre de 2018
sábado, 8 de septiembre de 2018
Santana Jefe supremo y el acto supremo de cinismo
ESPECIAL
PARA LA INFORMACION AYER
Y HOY
articulosdeopinion2004@yahoo.com JUAN PABLO DUARTE SU VIDA Y SU OBRA
(LXXI)
Julio M. Rodriguez Grullón
SANTANA
JEFE SUPREMO
En
Santo Domingo, mientras Duarte estaba en
Puerto Plata, posteriormente al día 13 de julio, cuando Santana fue aclamado
Presidente de la República, con poderes dictatoriales a nombre del ejército y
el pueblo, el dia 16, este procedió a reformar la Junta Central Gubernativa (JCG),
expulsando de ella a Manuel Maria Valverde, Juan Isidro Perez y Pedro
Alejandrino Pina, y conservando inicialmente a Jimenes, Sanchez, Mercenario y
Del Orbe, este último había regresado a
Santo Domingo después de ser retirado de sus funciones en el Cibao, por Duarte,
a diferencia del Gral de Mena, que como vimos permaneció en esa región.
Logicamente regresó Bobadilla a la JCG y
se decidió llamar a Telésforo Objío y
Toribio Villanueva a integrarse a ella. Lorenzo Santamaría era el nuevo
Secretario.
Pero
lo mas notable de todo era que ahora Santana aparecía en esta nueva JCG, como Presidente, con el título de Jefe Supremo,
lo cual decía claramente, que los demás eran meros juguetes a su merced. Es
esta nueva JCG que el 24 de julio, convoca a la formación de la Asamblea
Constituyente de un país soberano, que era por lo que Duarte estaba insistiendo
y preparando la opinión pública hacía
dos meses y por lo que el decidió no derramar sangre dominicana, en un
enfrentamiento que sería entonces, puramente
por razones personales, entre el y Santana. Pero Sanchez no figura en esta JCG, pues ya desde
el 18, el Jefe Supremo lo había hecho arrestar, porque se había negado a participar en confabulaciones contra
Duarte. Mella, quien llegó del Cibao el 28 de julio, también fue arrestado y
encerrado en la Torre del Homenaje junto a los demás. Fue así como llegó el momento
de organizar y ejecutar, el acto supremo de cinismo:
ACTO
SUPREMO DE CINISMO. EL DECRETO DE LA JCG DEL 22 DE AGOSTO DE 1844.-
En
sus consideraciones iniciales, se dice que se han recibido dos peticiones,
una firmada por 68 ciudadanos notables padres de familia y otro por 628 oficiales
superiores y demás del ejército,
donde se expresa “que es de absoluta necesidad, que para la seguridad y tranquilidad
del país, se castigue a todos los autores y cómplices de la sedición a cuya
cabeza ha figurado el Gral Juan Pablo Duarte, y cuyo objeto fue trastornar y
derrocar el Gobierno Supremo establecido en virtud del manifiesto del 16 de enero, que formó las bases de la revolución………..teniendo
a mas por objeto la dicha sedición, excitar entre los ciudadanos, la división
y la guerra civil, haciendo que unos se
armasen contra los otros, bajo la calumnia especificativa de que el país había
sido enajenado a una nación extranjera para restablecer la esclavitud, y con la
idea de sustituir al pabellón de la cruz Dominicana por otro de la de los de la
República de Colombia”.
El
documento continúa con este tipo de acusaciones calumniosas y basándose en
ellas, la JCG emitió su decreto, donde declara traidores e infieles a la patria a
Duarte, Sanchez, Mella, Pedro Alejandrino Pina, Gregorio del Valle, Juan Jimenez,
Juan José Illas (venezolano) y Juan Isidro Perez, los condena a ser desterrados y expulsados a perpetuidad
del país y les prohíbe poner pie en el, bajo pena de muerte que será ejecutada
en la persona del que lo hiciere, después de ser aprehendido y que se
justifique la identidad de su persona. (La elaboración de este “decreto,” es
obviamente obra de Bobadilla)
Firman:
Santana,
Jimenes, Bobadilla, Felix Mercenario,
Toribio Mañón, J. Tomas Medrano, N. Linares y Toribio L. Villanueva, Como Secretario ad hoc figura F. Medrano,
pues al parecer, Lorenzo Santamaría no estuvo de acuerdo con su contenido.
Conforme
a el fueron expulsados cuatro días después, esto es el 26 de agosto de 1844, a
bordo del bergantín ingles Capricorn, bajo el mando del capitán Leweling, Ramón
Matías Mella, Franciso del Rosario Sanchez,
Pedro Alejandrino Pina y Juan José Illás; no pudiendo embarcarse mas
prisioneros porque el Capitán Leweling no aceptó mas pasajeros.
Así que Duarte no volvió a ver a Sanchez
vivo y a Mella lo vió 20 años después en Guayubín, cuando ya este estaba en lecho de muerte.
sábado, 1 de septiembre de 2018
La odisea de Juan Isidro Perez
ESPECIAL
PARA LA INFORMACION AYER Y HOY
articulosdeopinion2004@yahoo.com JUAN PABLO DUARTE SU VIDA Y SU OBRA (LXX)
Julio M. Rodriguez Grullón
LA
ODISEA DE JUAN ISIDRO PEREZ
Sin
hay una vida entre nuestros próceres de la independencia que merece ser llevada
al cine por el dramatismo que encierra, es
la de Juan Isidro Perez de la Paz (1817-1868).
De
origen humilde, (el no pertenecía a los “blanquitos de la atarazana”), su
vivienda estaba ubicada en lo que entonces eran las afueras de la ciudad, de quizás
unos 12 mil habitantes, del Santo
Domingo de los 1830.
Desde
que Duarte regresó en 1831, Juan Isidro, quien para estos días contaba 14 años
de edad, fue uno de sus mas leales y adeptos seguidores. No faltaba una clase
en las tardes y cuando Duarte inició las lecciones de esgrima, el resultó ser
el mejor espadachín del grupo.
Cuando
la Dramática inició sus presentaciones de obras, Juan Isidro era uno de los
mejores, sino el mejor de los actores y cuando se necesitó un sitio para en una
ceremonia organizar formalmente el movimiento
independentista, su residencia estuvo disponible sin condiciones, aquel
memorable 16 de julio de 1838. Formó junto con Duarte y Pedro Alejandrino Pina,
la célula trinitaria mas estable y activa, durante los años de lucha contra la dominación
haitiana. Una de sus hermanas, Altagracia, en 1849, casó con Manuel Jimenes,
quien era Presidente de la Republica
desde el año anterior y quien era como el, compañero de luchas junto a Duarte
contra los haitianos.
A
principios de agosto de 1843, durante la persecución de Herrad, Duarte tuvo que
partir para el exilio y poder así salvar
su vida y cuando Duarte y Pina en medio
de la noche ya habían abordado la embarcación que los sacaría del país, a
última hora apareció Juan Isidro en un bote y en la desembocadura del Ozama se les unió.
Pero
donde su lealtad a Duarte tomó ribetes extraordinarios , fue con los hechos ocurridos el 15 de julio de 1844 en
la mañana, a raíz de la sublevación de Santana contra la Junta Central Gubernativa
(JCG) presidida por Sanchez, cuando Santana se dirigía, por la plaza de armas, al
palacio de gobierno, acompañado de su escolta, a comunicar la reorganización de
la misma. De la correspondencia enviada
por el cónsul francés Saint Denys al canciller Guizot, extraemos este relato de
lo ocurrido:
Se
produjo un fuerte intercambio de palabras entre Juan Ruiz, miembro de la escolta
y Juan Isidro Perez, ambos se amenazaron con armas. Cuando Santana quiso calmar
los ánimos, Perez le faltó también a el. Entonces algunos oficiales pensando
que había un complot para matar a Santana, comenzaron a vociferar, a las armas,
a las amas, asesinan a Santana y se
formó un formidable desorden. Después de hablar con el Gral Manuel Jimenes, siguiendo
su consejo me retiraba al consulado, cuando vino corriendo hacia mi el Coronel
Felipe Alfau sable en mano, protegiendo a riesgo de su vida a Perez y me pidió
lo llevaramos al consulado para salvarle la vida, lo cual pudimos hacer
milagrosamente.
A
la mañana siguiente, acompañado por el
capitán del Euryale, lo llevé a bordo de esa nave y así logré sacarlo de la ciudad.
El
Euryale salió para Saint Thomas y luego tomó la ruta por el norte de la isla
para dirigirse a Puerto Principe en Haití. Juan Isidro sabía que Duarte estaba
en Puerto Plata y cuando la embarcación pasaba cerca de esa ciudad, amenazó con
tirarse al agua y ahogarse, si el barco no lo dejaba allí, para poder reunirse
con su líder. El capitán se vió obligado
a complacerlo. Al llegar a Puerto Plata se encontró con que Duarte estaba preso
y hacia la fortaleza se dirigió para que lo encerraran con el. Luego partieron
juntos para el exilio en Hamburgo, Alemania y allí se separaron, aunque
mantenían contacto por correspondencia.
Pero
todos estos acontecimientos trastornaron su cerebro y cuando regresó en 1848 era ya un demente.
Murió en Santo Domingo, de cólera, durante la
epidemia de esta enfermedad en la ciudad en 1868 y fue enterrado en una fosa
común, junto con otras víctimas de la epidemia, por lo que no fue posible
identificar sus restos.
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