ESPECIAL
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AYER Y HOY
articulosdeopinion2004@yahoo.com JUAN PABLO DUARTE. SU VIDA Y SU OBRA (IX)
Julio M. Rodriguez Grullón
DUARTE
EN EL SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO HAITIANO.-
Los haitianos instauraron un
servicio militar obligatorio en la isla.
No
es que había que enlistarse formalmente en su ejército por un período de tiempo
como un soldado profesional, sino que se hacían ejercicios militares algunos
días, cada cierto tiempo y se estaba
organizado dentro de una de estas unidades, que guardaban relación con el
ejército regular.
Rosa
Duartre nos dice que quien podía costearse su uniforme y su armamento,
pertenecía a la guardia nacional. Duarte sabía la importancia de relacionarse con
el estamento militar, donde había dominicanos como el, descontentos con la
situación de su país.
La
misma Rosa Duarte nos dice que en 1834 ingresó como furrier (cabo) en su
compañía y que para 1842 ya era capitán. Duarte aprovechó la ocasión para :
a) Poner
en práctica los conocimientos que había adquirido en Barcelona sobre logística
militar y su manejo de la espada
b) Difundir
la idea de la independencia entre los jóvenes con quienes compartía este deber.
c) Hacer
contacto con militares profesionales que pudieran luego ser útiles a su causa.
En este sentido fue muy importante
la relación con José Joaquín Puello, quien si era un militar de carrera y que
al momento de ocurrir la reforma haitiana de 1843, fue acusado injustamente de
boyerista.
Duarte que lo conocía, sabía que eso
no era cierto y le fue fácil atraerse este
valioso militar a su causa. Puello era
muy respetado en los regimientos 31 y 32 del ejército haitiano, compuestos de
dominicanos, de los que había sido comandante y que tan importante papel
desempeñaron en el pronunciamiento de febrero de 1844.
VIDA SOCIAL
Duarte era un joven perteneciente a
la reducida clase alta de la época, de los pocos que había sido enviado a estudiar
fuera, por lo que culturalmente estaba por encima de la mayoría. Era además
bien parecido. Serra lo describe de esta manera:
“ Ojos azules de mirar sereno, tez
suave color rosa, labios finos con un negro y espeso bigote, el cual formaba
contraste con su dorada y poco poblada cabellera, que al dilatar la longitud de
su frente, daba majestad a su fisonomía”.
Esta descripción del rostro de
Duarte en 1838, cuando tenía 25 años de edad, dista mucho de la fisonomía que se ha popularizado
de una foto que se le tomó en Caracas, Venezuela, pasado ya de los 60
años, poco antes de morir, acabado,
tuberculoso, demacrado, por los repetidos ataques de malaria que lo aquejaron desde 1843. Era Duarte además en
su juventud, sociable, poseedor de un lenguaje amable, que convencía fácilmente
a sus interlocutores de los argumentos que utilizaba en cualquier conversación, en parte por su
superioridad intelectual. Emilio Rodriguez Demorizi, en su En torno a Duarte,
señala, como entre 1833 y 1841, Duarte era un asiduo asistente a bautizos, cumpleaños
y bodas, que eran los acontecimientos sociales mas relevantes de esa época en Santo Domingo y en los que hacía
las veces en ocasiones de padrino y en
otras de testigo.
Y como es lógico pensar de un joven
así, Duarte tuvo dos novias conocidas; la primera Maria Antonia Bobadilla, en
1836, a la que regaló un anillo de compromiso, el cual se conserva en el
museo de la Casa de Duarte en Santo Domingo. Estos amores al parecer terminaron
porque Duarte, embarcado en su febril actividad política, no dedicaba mucho
tiempo a su prometida, por lo que las relaciones se enfriaron y terminaron.
En 1840 tuvo su segunda novia, Prudencia Lluberes, a la
que también regaló un anillo de compromiso, aunque esta prenda se extravió y no
se conserva como la anterior.
Prudencia fue mas resignada que María
Antonia, el compromiso no se rompió, aunque el matrimonio que se planificaba no
llegó a efectuarse, porque el no volvió a Santo Domingo después de 1844.
Cuando se trajeron los restos de
Duarte, el 27 de febrero de 1884, Prudencia los vió pasar desde el balcón de su
casa acariciando su anillo. Murió soltera en 1893, fiel al recuerdo de su prometido.