EPILOGO (I)
Aunque
se iniciaron un siglo después que las
colonias españolas en el nuevo mundo, las colonias inglesas en Norteamérica,
tuvieron motivos diferentes en su origen
y se desarrollaron mas rapidamente que aquellas.
Las
colonias inglesas fueron un producto del torbellino religioso en Europa consecuencia
de la reforma protestante que inició Lutero en el siglo XVI, pero que fueron las
ideas de Calvino, las que mas se extendieron.
Este
reformador, que no era sacerdote, además de negar la autoridad del Papa, cambió
las reglas del mundo económico cristiano, al enseñar que prestar dinero con
interés no era pecado. Esto impulsó la competitividad en este campo y la aparición
de mercados y bancos..
Calvino
también pregonó que la salvación del alma
era cuestión de predestinación y que los hombres lo que debían saber era
si estaban entre esos predestinados. Una de las señales de que se estaba en ese
grupo, era si le iba bien en los
negocios.
Así
que el impulso inicial de la actividad económica
en estas colonias fue religioso, que la acumulación de riquezas hizo que se olvidara
y prevalecieran las reglas del mercado.
La
publicación en 1776 el mismo año en que las colonias se separaron de la corona
inglesa, del libro de Adam Smith sobre la acumulación de riquezas y el capital,
hizo que se adoptara ese “capitalismo” como sistema en el orden económico.
Mientras tanto, las colonias españolas languidecían comercialmente, asfixiadas por
el monopolio de la casa de contratación de Sevilla, que les impedía comercializar
entre si, situación que era peor en esta isla del Caribe, que quedó aislada,
rodeada de piratas y corsarios hostiles y dependiendo económicamente de la llegada de un subsidio anual desde México..
Por otra parte, la Inquisición se encargaba de que las ideas de Calvino o Lutero
no penetraran en su cultura. España y Portugal permanecieron siempre fieles al
Papa, con una teocracia gobernante en sus países y colonias.
Las ideas de los
enciclopedistas europeos penetraron facilmente en las colonias inglesas de norteamérica,
que al separarse de su corona, adoptaron
la forma democrática de gobierno, con separación de iglesia y estado y así
iniciaron su gobierno en abril de 1789, cuando tomó posesión de la presidencia
George Washington y a diferencia de lo tumultuoso que resultó la revolución
francesa que estalló tres meses después, los Estados Unidos de América nunca
han padecido el trauma de un golpe de estado y yo pienso que esa es la causa de la fortaleza de sus
instituciones y de su desarrollo sostenido.
La pujanza de estas
colonias, ahora convertidas en república, en la costa Atlántica de América del
Norte, las hizo expandirse hacia el oeste, dominar a los indígenas del país y arrollar a ingleses, franceses y mejicanos,
en su ruta hasta llegar a la costa oeste, en el Pacífico, en un lapso de 59
años (1789-1848).
Este extraordinario
avance hizo que se pensara era debido a la superioridad de su raza, que les
imponía “el destino manifiesto” de civilizar a las razas inferiores que les
rodeaban, no a la superioridad de su sistema político y a la fertilidad y
recursos naturales del terreno en que se desarrollaban.
Este sistema político
declaraba la igualdad de todos ante la
ley y todavía, en 1861, 72 años después de iniciarse su estado, había esclavos
en su seno. La terminación de la esclavitud, costó una guerra civil (1861-65)
que fue el mayor conflicto bélico conocido hasta esos días y que frenó por un
tiempo, el impulso expansivo.
Para los 1890, ese
impulso se había restablecido, en la economía existían ya los grandes
monopolios (trusts) que internamente fueron frenados por un movimiento sindical
obrero fuerte, lo que los hizo pensar en invertir fuera del país y así obtener
mayores beneficios.
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