sábado, 24 de mayo de 2014

Un mitin anticomunista

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                                                                              Julio M. Rodriguez Grullón

Al termino del  mes de junio de 1965 la revolución constitucionalista que se había iniciado en abril, era el foco de la atención mundial y había provocado una situación embarazosa para el Pte Johnson en Washington.
Así las cosas,  a principios de julio de 1965, se presentaron a mi casa, los miembros de una comisión que estaba organizando un  mitin anticomunista en  Montecristi,  para solicitarme que agotara un turno como orador en ese mitin. Ellos enfatizaban que no era un mitin contra la revolución,  sino solamente un  mitin anticomunista.
            Les dije que agradecía la distinción que se me hacía, pero que yo consideraba que no era el  momento de llevar a cabo ningún tipo de mitin y que declinaba la invitación.
            El mitin tuvo lugar un domingo,  en horas de la mañana, en el parque donde actualmente se encuentra la estatua de Manolo Tavarez;  fue boicoteado en su transmisión radial y su sistema de altoparlantes,    hubo una lluvia de piedras  sobre los asistentes, la policía intervino y  se oyeron disparos, aunque  afortunadamente no hubo muertos ni heridos que lamentar. Un grupo de jóvenes quedaron detenidos.
            En la tarde, los padres de algunos de los jóvenes detenidos se presentaron a mi casa, a pedirme que junto con el Padre Santos Gamuza, de la orden de los Sagrados Corazones de Jesús y de María,  quien era el párroco de Montecristi   solicitáramos al Coronel de la Policía, que soltara a los jóvenes detenidos.
            El padre Santos Gamuza (murió en un accidente automovilístico un par de años después) era mu querido, pues tenía ya varios años al frente de la parroquia y había realizado numerosas obras  en beneficio de los pobres del pueblo. Yo mantenía una estrecha relación con el, pues  me había encargado de asesorarle la Juventud Estudiantil Católica (JEC). Algunos de los jóvenes detenidos pertenecían a la JEC. Así que le dije que si a los padres y en mi vehículo salí a buscar el Padre; lo encontré, le dije lo que ocurría y estuvo de acuerdo en que visitáramos al Coronel de la Policía a quien  llamamos por teléfono y accedió  recibirnos.
            Le dijimos al Coronel que nosotros pensábamos que ese mitin había sido una imprudencia, que la situación nacional no estaba para ese tipo de actividades y que ahora, mantener ese grupo de jóvenes detenidos solo iba a poner un ingrediente de tensión en el pueblo y a provocar manifestaciones de protesta por su arresto.
            El Coronel nos escuchó atentamente y cuando terminamos nos dijo que estaba de acuerdo con  nosotros y que iba a soltar  los jóvenes detenidos, lo cual hizo un par de horas después de nuestra partida de su despacho.
            En Santo Domingo mientras tanto, las negociaciones para terminar el conflicto no avanzaban, así que a mediados de julio, la llamada Fuerza Interamericana de Paz, en realidad una máscara puesta por la Organización de Estados Americanos (OEA) a las fuerzas interventoras norteamericanas en el país, realizaron una ofensiva que estrechó mas aun el cerco sobre las fuerzas constitucionalistas y que al parecer convencieron a los mas recalcitrantes seguidores de Caamaño, que había llegado el momento de negociar    

 

 

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