sábado, 7 de septiembre de 2013

El fin de una era

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                                                                         Julio M. Rodríguez Grullón

El fin de una era.-
Cuando murió Lilís, su Vicepresidente, Wenceslao Figuereo, pasó a ocupar la presidencia, el régimen cayó en un mes y de Figuereo no se volvió a hablar mas. Pero a  la muerte de Trujillo, ocupaba la Presidencia Joaquín Balaguer, quien se convertiría en la figura dominante de la política dominicana, por el resto del siglo XX.
Inmediatamente después del magnicidio, sin embargo, el poder residía en Ramfis, el hijo que Trujillo soñaba con que le sucediera, pero que no supo preparar, para la tarea de gobernar.
La mejor prueba de esto es, que Ramfis, no se enteró de que había nacido fuera de matrimonio, hasta que Galíndez lo publicó en su libro en 1956  y al enterarse, provocó toda una escena con su padre. Ramfis, solo quiso vengar la muerte de su progenitor y marcharse del país, a continuar en Europa, con la gran cantidad de dinero que heredó, la buena vida a la que estaba acostumbrado; pero murió, a consecuencia de un  accidente automovilístico, ocho años después.
Ramfis, cinco meses después de su regreso, el 18 de  noviembre de 1961, en lo que aparenta fue una fiesta macabra, asesinó en la Hacienda María, los implicados directamente en la muerte de su padre, se llevó el cadáver de este y abandonó el país.
El cadáver de Trujillo tuvo sus vaivenes, hasta  ser ubicado  en un cementerio privado de Paris y luego en el cementerio de El Pardo en España, cerca de Madrid,  donde aún permanecen junto a los de  Ramfis..
Al frente de la maquinaria trujillista quedó Balaguer, no ya solamente presidente nominal, sino ahora con capacidad de maniobrar y preservar a toda costa, el poder que por fin le llegó. Los hermanos de Trujillo, J. Arismendy (Petan) y Hector Bienvenido (Negro) se lo disputaban. En esa lucha, Balaguer fue ayudado por los norteamericanos.  
A seguidas de marcharse  Ramfis para Europa, bajo la presión de porta-aviones estacionados  a corta distancia de la capital, Petan y Negro, quienes tenían una lista de personas que serían eliminadas, se vieron forzados a abandonar por segunda vez el país, ahora de forma definitiva. En diciembre de 1961, los dominicanos  celebraron alborozados, la navidad con libertad.
Tres organizaciones políticas surgieron en 1961; la Unión Cívica Nacional, integrada por miembros de las clases media y alta del país, que dirigía Viriato Fiallo, un médico que nunca se inscribió en el Partido Dominicano de Trujillo y permaneció en el país; el Partido Revolucionario Dominicano, fundado en 1939 en La Habana, que llegó al país el 4 de junio de 1961 y estaba dirigido por el brillante intelectual Juan Bosch y el Movimiento Revolucionario 14 de Junio, dirigido por Manolo Tavárez, integrado por jóvenes  que habían luchado contra la dictadura los últimos dos años de ella y quienes habían sufrido prisiones y torturas, aplicadas por la maquinaria  represiva del tirano.
Las tres organizaciones se oponían a la presidencia de Balaguer, así que a mediados de  enero de 1962, tras un agitado periodo en que hubo dos cambios de gobierno en tres días, el 19 de enero de 1962, se instaló un Consejo de Estado, presidido por el Lic Rafael F. Bonnelly, cuya misión principal era organizar elecciones libres para diciembre de ese año

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