domingo, 6 de enero de 2013


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articulosdeopinion2004@yahoo.com                     TRUJILLOLANDIA 1948-61 (III)
                                                                                  Julio M. Rodriguez Grullón

            Para 1950, después de 20 años en el poder, Trujillo había formado  una élite burocrática de hombres capaces y la maquinaria gubernamental funcionaba con una eficiencia nunca vista antes en el país, aunque todos estaban bien espiados, sometidos al terror difuso y leían cada mañana llenos de aprensión, el Foro Público  en El Caribe, temerosos de encontrar alguna señal de que estaban por caer en desgracia.
Trujillo también había logrado rodearse de lo mejor que intelectualmente ofrecía el país en esos días.  Varios de estos destacados intelectuales, habían  resistido inicialmente unirse  al hombre fuerte, pero eventualmente se fueron convenciendo de que  podían ser útil al país, si aceptaban la hegemonía de Trujillo, quien siempre que se mostraran dóciles y lo elogiaran públicamente,  les permitía poner en práctica sus ideas y mantener un nivel de vida muy por encima del resto de la población.  
Dos casos importantes, miembros de familias distinguidas, debemos destacar:
Manuel A. Peña Batlle (1902-52)  y Rafael F.  Bonnelly  (1904-79)
            Peña Batlle se había graduado de abogado en 1923 y participado activamente en la resistencia a la intervención americana de 1916-24. Era un experto en derecho internacional, se le  consideraba uno de los intelectuales mas sólidos y  gozaba de gran  prestigio. Por 10 años resistió a Trujillo, hasta que se le unió en 1940. Este  lo mantuvo siempre en altas posiciones, entre ellas Canciller y Secretario de Estado de  Interior y Policía.
            Bonnelly participó en el golpe de estado de 1930, como miembro importante que era del Partido de Estrella Ureña, al igual que Balaguer; pero a diferencia de este, que en  1931, al producirse la ruptura entre Trujillo y Estrella Ureña  se mantuvo con Trujillo, Bonnelly decidió apartarse de el y por diez años, al igual, que Peña Batlle, rehusó colaborar con el régimen. Entonces claudicó y pasó a ocupar posiciones relevantes.
Después de la muerte de Trujillo, Bonnelly enfrentó a Balaguer y fue durante el año 1962, Presidente de la Republica, organizando las primeras elecciones libres en el país en 38 años, celebradas en diciembre de ese año.
            Joaquín Balaguer por su parte, en estos primeros 20 años no era un miembro destacado de la burocracia trujillista, su personalidad taciturna y  su timidez, no lo hacían atractivo para que Trujillo lo colocara en altas posiciones, pero fue demostrando su gran capacidad y fue ascendiendo gradualmente en el tren administrativo. Fue embajador en países latinoamericanos en la década de 1940. Al ser designado Secretario de Educación en 1950, consolidó su posición, como uno de los principales colaboradores  de Trujillo.
Tenemos que decir que el único intelectual de relieve que resistió a Trujillo y permaneció en el país, fue Américo Lugo (1870-1952), quien murió pobre y aislado y dos intelectuales destacados, prefirieron el exilio que servir a Trujillo, Juan Bosch y Juan Isidro Jiménes  Grullón.

 

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