sábado, 18 de febrero de 2017

DUARTE (IX)



ESPECIAL PARA LA INFORMACIÓN                                                     AYER Y HOY
articulosdeopinion2004@yahoo.com                 JUAN PABLO DUARTE.  SU VIDA Y SU OBRA (IX)
                                                                                        Julio M. Rodriguez Grullón

DUARTE EN EL SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO HAITIANO.-
            Los haitianos instauraron un servicio militar obligatorio  en la isla.
No es que había que enlistarse formalmente en su ejército por un período de tiempo como un soldado profesional, sino que se hacían ejercicios militares algunos días,   cada cierto tiempo y se estaba organizado dentro de una de estas unidades, que guardaban relación con el ejército regular.
Rosa Duartre nos dice que quien podía costearse su uniforme y su armamento, pertenecía a la guardia nacional. Duarte sabía la importancia de relacionarse con el estamento militar, donde había dominicanos como el, descontentos con la situación de su país.
La misma Rosa Duarte nos dice que en 1834 ingresó como furrier (cabo) en su compañía y que para 1842 ya era capitán. Duarte aprovechó la ocasión para :
a)     Poner en práctica los conocimientos que había adquirido en Barcelona sobre logística militar y su manejo de la espada
b)    Difundir la idea de la independencia entre los jóvenes con quienes compartía este deber.
c)     Hacer contacto con militares profesionales que pudieran luego ser útiles a su causa.
             En este sentido fue muy importante la relación con José Joaquín Puello, quien si era un militar de carrera y que al momento de ocurrir la reforma haitiana de 1843, fue acusado injustamente de boyerista.
            Duarte que lo conocía, sabía que eso no era cierto y le fue fácil atraerse  este valioso militar a su causa. Puello  era muy respetado en los regimientos 31 y 32 del ejército haitiano, compuestos de dominicanos, de los que había sido comandante y que tan importante papel desempeñaron en el pronunciamiento de febrero de 1844.
            VIDA SOCIAL
            Duarte era un joven perteneciente a la reducida clase alta de la época, de los pocos que había sido enviado a estudiar fuera, por lo que culturalmente estaba por encima de la mayoría. Era además bien parecido. Serra lo describe de esta manera:
            “ Ojos azules de mirar sereno, tez suave color rosa, labios finos con un negro y espeso bigote, el cual formaba contraste con su dorada y poco poblada cabellera, que al dilatar la longitud de su frente, daba majestad a su fisonomía”.
            Esta descripción del rostro de Duarte en 1838, cuando tenía 25 años de edad, dista  mucho de la fisonomía que se ha popularizado de una foto que se le tomó en Caracas, Venezuela, pasado ya de los 60 años,  poco antes de morir, acabado, tuberculoso, demacrado, por los repetidos ataques  de malaria que  lo aquejaron desde 1843. Era Duarte además en su juventud, sociable, poseedor de un lenguaje amable, que convencía fácilmente a sus interlocutores de los argumentos que utilizaba  en cualquier conversación, en parte por su superioridad intelectual. Emilio Rodriguez Demorizi, en su En torno a Duarte, señala, como entre 1833 y 1841, Duarte era un asiduo asistente a bautizos, cumpleaños y bodas, que eran los acontecimientos sociales mas relevantes de  esa época en Santo Domingo y en los que hacía las veces en ocasiones de padrino y en  otras de testigo.
            Y como es lógico pensar de un joven así, Duarte tuvo dos novias conocidas; la primera Maria Antonia  Bobadilla, en  1836, a la que regaló un anillo de compromiso, el cual se conserva en el museo de la Casa de Duarte en Santo Domingo. Estos amores al parecer terminaron porque Duarte, embarcado en su febril actividad política, no dedicaba mucho tiempo a su prometida, por lo que las relaciones se enfriaron y terminaron.
            En 1840 tuvo  su segunda novia, Prudencia Lluberes, a la que también regaló un anillo de compromiso, aunque esta prenda se extravió y no se conserva como la anterior.
            Prudencia fue mas resignada que María Antonia, el compromiso no se rompió, aunque el matrimonio que se planificaba no llegó a efectuarse, porque el no volvió a Santo Domingo después de 1844.
            Cuando se trajeron los restos de Duarte, el 27 de febrero de 1884, Prudencia los vió pasar desde el balcón de su casa acariciando su anillo. Murió soltera en 1893, fiel al recuerdo de su  prometido.
           
                          
















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