martes, 11 de agosto de 2015

Buenventura Baez

Colaboración para La Información                              AYER Y HOY
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                                                                        Julio M. Rodriguez Grullón

            El título de esta entrega corresponde a una obra  por José Baez Guerrero, sobre su antepasado, quien fuera cinco veces presidente de la república  durante los primeros 35 años de nuestra vida como Republica Dominicana, donde predominó en nuestra política la idea Separatista, esto es, debíamos separarnos de Haití y colocarnos bajo la tutela de una de las potencias  de la época. Esta idea era diferente a la de Independencia de Duarte, de separarnos de Haití y convertirnos en una república libre e independiente de toda dominación extranjera.
            A pesar de su prominencia política  en el Siglo XIX, la literatura sobre Baez es escasa y por eso nos interesó esta publicación, que  consta de 792 páginas, primera edición, nov 2014, editado en la Impresora Buho.
            La figura de Baez no podemos separarla de la Duarte. Ambos nacieron de familias pudientes en las parte española de esta isla,  en la segunda década del siglo XIX. En  1812, Buenaventura Baez, hijo del mas rico terrateniente del sur, quien tenía su asiento en Azua (Baez nació en Rincón hoy llamado Cabral) y en 1813,  nació en Santo Domingo Juan Pablo Duarte, hijo de un próspero importador de la capital.
            La inteligencia demostrada por ambos jóvenes, hizo que al llegar a la adolescencia, sus padres, como en la isla no había centros de enseñanza que valieran la pena, los enviaran a estudiar a Europa.
            Baez, con 15 años, fue a Londres en 1827 por tres años y a Paris por  cinco, regresando en 1835, con 23  años de edad. Duarte  en 1829, a los 16 años, estuvo en Estados Unidos unos dos meses, pasó luego  por  Inglaterra y Francia y se asentó en Barcelona, España, por unos 18 meses. Regresó al país en 1831, a los 18 años de edad.
            Ninguno de los dos trajo título de nada, pues al parecer en esos años eso no se consideraba importante, sino el estudiar y aprobar materias de diferentes tópicos. Es evidente que ambos aprendieron contabilidad, pero lo mas importante es que Duarte, desde que llegó, comenzó a luchar por la independencia de su país y Baez por la separación, tal y como hemos definido estos términos, al inicio de este artículo.
            En toda la extensa obra a que nos estamos refiriendo, el autor usa estos dos términos, como si fueran sinónimos, a pesar de que la diferencia entre ellos fue la causa de la prisión y el destierro  de Duarte.     
            El autor destaca, como el primer buen gobierno de Baez,  le dió fuerza para convertirse en el adversario de Santana, cuando los celos de este lo convirtieron en víctima, a su regreso al poder en 1853 y trató con saña, de llevarlo a la miseria, como había hecho con Jimenes anteriormente. Baez logró sobrevivir esta persecución y regresar al poder. En realidad, la diferencia entre Santana y Baez era de forma; Santana tosco y arbitrario, Baez educado y hábil intrigante, pero en el fondo, los dos buscaban lo mismo, liquidar nuestra nacionalidad y anexar el país a una potencia, pues nunca creyeron en el ideal duartiano, a pesar de la evidencia que se iba acumulando a través del tiempo y los triunfos dominicanos, en los campos de batalla.
            La parte mas dificil de comprender del libro es, cuando el autor refiere que después de la guerra de la restauración, la mayoría de la población quería la  anexión a una potencia por el deterioro de las condiciones del país después de esa guerra. De ahí el intento de Baez de anexarnos a Estados Unidos en 1869. Por el contrario, uno tiene la impresión de que ya el ideal  duartiano  había prendido  en el pueblo para esta fecha y que de haberse producido esa anexión, hubiéramos  seguido con las guerrillas,  hasta lograr la independencia, como ocurrió en las Filipinas a partir de 1898.
            El libro es una obra rica en referencias y detalles de la vida en nuestro país en el Siglo XIX, destaca las buenas relaciones que Baez mantuvo con la Iglesia toda su vida, lo que fue uno de los pilares  de su larga vida política.                     
            Finalmente, después de leer este libro, mi admiración por Juan Pablo Duarte y su visión política, se incrementaron.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                    

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