sábado, 14 de junio de 2014

Una visita a la zona constitucionlista (y II)

Colaboración para La Información                                        AYER Y HOY
articulosdeopinion2004@yahoo.com          UNA VISITA A L,A ZONA CONSTITUCIONALISTA (y II)
                                                                                     Julio M. Rodriguez Grullón

              Saliendo el 1er día de mi visita a  la zona constitucionalista vi a Cesar Gutierrez,  hermano mayor de Euclides y le pregunté por el.  Me dijo que estaba  entre los líderes  de la revolución cosa que yo hasta ese momento ignoraba. Le pregunté si sabía su teléfono me lo dió y llamé a Euclides. Nos juntamos al día siguiente en la tardecita  en un restaurante de Ciudad  Nueva cerca del malecón, no recuerdo el nombre y nos pusimos a hablar de todas las cosas que habían pasado.  Cerca de donde estábamos había un grupo  que cantaba Quisqueya….la tierra de  mis amores….. la conocida canción de Rafael Hernández que se había constituido casi en un himno de la revolución.
           De  nuevo  flotaba en el ambiente ese orgullo de ser dominicano, de haberse comportado gallardamente ante lo ocurrido. Sentí que Duarte, el Padre de la Patria se hubiera sentido orgulloso de este grupo de dominicanos, asi como  Duvergé, el soldado que se opuso al primer golpe de estado en el país y que 116 años mas tarde sería emulado por Rafael Tomás Fernández Domínguez.
            Me despedí de Euclides con un abrazo y no se lo dije entonces ni creo se lo he  dicho después, pero que orgulloso me sentí de tener un amigo que participara activamente en aquella  epopeya de la dominicanidad. Lo que si le he dicho varias veces es que el debe escribir un libro sobre este hecho  histórico, el mas importante ocurrido en el país desde   la muerte de Trujillo y en el cual estuvo involucrado  desde sus inicios.
            Ese día antes de juntarme con Euclides, había entrado de nuevo por la mañana, a la zona constitucionalista y recorrido en  mi vehículo varias calles de ella;  pude ver   numerosas casas con tremendos agujeros. Recuerdo una en la Cesar N. Penson cerca de donde mis tíos, que tenía toda una pared destrozada, consecuencia de un bazukazo.
            Por ninguna parte vi letreros alusivos al comunismo o a Fidel Castro, aunque ciertamente la invasión yanqui había empujado a los constitucionalistas en esa dirección.
            Esta segunda vez recuerdo haberme  juntado en la mañana con Rafito Pimentel (fallecido), en la calle Las Mercedes y nos sentamos a conversar  unos minutos en el parquecito donde está la estatua de María Trinidad Sanchez, en la esquina con la 19 de Marzo. Rafito, mi primo y vecino en  Montecristi,  estaba muy emocionado por lo que estaba ocurriendo y le brotaba  un patriotismo ardiente por su mirada.
            De regreso a  Montecristi, pude darme  cuenta de que todo aquel que entraba a la zona constitucionalista quedaba “fichado”,   pues mi amigo, el Dr. Juan E. Kunhardt, tan pronto  me vió me dijo “Creíamos que te ibas a quedar allá dentro”. Le dije que no, que se podía entrar y salir libremente de la zona, que yo quería ver con  mis propios ojos como era aquello y que si el quería también podía hacerlo. Con una sonrisa en los labios me dijo  “ No, yo no me acerco por ahí”
Como el Banco de Reservas no funcionaba, porque su oficina central estaba dentro de la zona constitucionalista, el Banco Agrícola, cuya oficina principal  estaba fuera de ella, estaba realizando todas las operaciones comerciales y los pagos de los empleados públicos  también se hacían a través de el.
            Como los periódicos tradicionales  dejaron de publicarse, las noticias sobre lo que estaba ocurriendo en las negociaciones  para terminar el conflicto no eran claras. Se rumoraban  muchas cosas la mayoría falsas, pero a finales de agosto, principios de septiembre se llegó a un acuerdo.

 

 

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