sábado, 29 de marzo de 2014

Lo ocurrido en Montecristi a finales de 1965 (y II)

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                                       LO OCURRIDO EN MONTECRISTI A FINALES DE ABRIL DE 1965 (y II)
                                                                           Julio M. Rodríguez Grullón

            Un grupo también nos manteníamos arengando y manteniendo el espíritu revolucionario a través de Radio  Montecristi, pero el 27, cuando Radio Televisión Dominicana salió del aire, pensamos que algo andaba mal en la capital, aunque nosotros no teníamos idea de la batalla del Puente Duarte. Por esta razón, por la emisora, yo pedí armas para defender la revolución y luego me dirigí con un grupo a la fortaleza a solicitarlas al comandante. Este, amablemente nos dijo que el solo tenía armas  para el personal bajo su mando y que no podía complacernos, pero que no nos preocupáramos, que el y las fuerzas armadas estaban respaldando la revolución.
            El 28 de abril, la situación cambió radicalmente, al correr la noticia de que los norteamericanos habían desembarcado fuerzas para apoyar las tropas de San Isidro.
            A media mañana, Radio Montecristi fue sacada del aire dejándola sin energía eléctrica.
            Tratando   de ponerla en el aire de nuevo, conseguí una planta portátil con mi primo Helvio Rodriguez (fallecido) y  nos dirigimos con un técnico a la torre de la emisora, ubicada en el área del pleí que llamábamos Sandino y al llegar la encontramos rodeada de guardias, que nos apuntaban con sus armas, impidiéndonos acercarnos a ella. Nosotros estábamos desarmados.
             Impotentes y llenos de rabia, nos dirigimos entonces hacia el parquecito frente al correo,  al lado del Bar El Melódico, donde unos 50 hombres estaban reunidos, esperando noticias sobre si podían conseguirse armas. Recuerdo que en mi carro, que era el vehículo en que hacíamos todos estos desplazamientos, me acompañaban Nona Alvarez, Arístides Vasquez y Barbarito Lora, este último ya fallecido.
            Cuando llegamos, Nona primero se  subió al banco que estaba en la esquina  del parque y se dirigió furioso hacia el grupo, relatándole lo ocurrido. Luego subí yo y mientras descargaba mi furia en un auténtico discurso de barricada, el grupo de repente se disolvió, saliendo en carrera en todas direcciones. Sorprendidos Nona y yo, que no sabíamos lo que estaba pasando, nos dirigimos rapidamente a buscar protección hacia la puerta del Melódico, allí nos detuvimos, pero  no pudimos ver cual había sido la causa de la estampida. Frente al teatro Centenario, alguien del grupo que iba corriendo, soltó un disparo al aire y entonces fue que la carrera se aceleró.
            Perplejos, Nona y yo entonces caminamos  hacia nuestras casas. Eran alrededor de las cinco de la tarde. Todavía al día de hoy, no se exactamente la causa de la estampida.        
            Confieso que esa noche pensé dirigirme a la capital y unirme a la revolución, pero al día siguiente, ya mas calmado, me percaté de  que estaba en una situación difícil.
             Aunque la revolución no era comunista en su inicio, ahora que Lyndon Johnson le había puesto esa etiqueta, los comunistas tomarían fuerza y los militares constitucionalistas serian empujados hacia la izqda., y yo, con mis convicciones religiosas y con 14 meses salido del ejército que ahora había invadido mi país, facilmente podría ser acusado de espía yanqui y ser fusilado sumariamente. Luego se harían las investigaciones y…… ah caramba, nos equivocamos.
            Mi instinto de conservación se impuso y decidí quedarme tranquilo en Montecristi, a esperar el desarrollo de los acontecimientos.

 

 

 

 

 

 

 

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