sábado, 22 de marzo de 2014

Lo ocurrido en Montecristi a finales de abril de 1965

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                                                                                   DE ABRIL DE 1965  (I)
                                                                             Julio M. Rodríguez Grullón

             Yo estaba en Montecristi en estos días y debo informar a los lectores de esta columna, lo que allí ocurrió, que en gran parte refleja lo ocurrido en el interior del país en esos días.
           Como fui de los principales protagonistas de lo que tuvo lugar, hablaré en primera persona y tengo obligatoriamente que hacer una introducción en lo que a  mi respecta, sobre esta situación.
            Me gradué de médico en 1960 en la UASD y para salir a realizar  mis estudios de post grado, pasé muchas dificultades para obtener mi pasaporte para viajar a Estados Unidos a realizarlos. Allí, para poder estudiar tranquilo y permanecer todo el tiempo que fuera necesario, tomé visa de residente; nadie me advirtió que con esa visa debía inscribirme en el servicio militar obligatorio del aquel país, hasta que estaba ingresando desde Canada por Detroit.
            Tuve que cumplir con esta obligación como capitán del cuerpo médico del ejército,  de febrero de 1962 a febrero de 1964. Entonces decidí regresar a mi país y fuí nombrado médico director de la policlínica del IDSS en Montecristi.
            Como tenía muchas inquietudes y curiosidad por saber como los Estados Unidos había logrado llegar a ser una potencia mundial, desde su origen como unas colonias británicas en  la costa Atlántica de Norteamérica, estudié su historia e inmediatamente  comprendí que al no haber tenido nunca un golpe estado, su gobierno y sus instituciones poseían  una estabilidad muy sólida, lo que proporcionó el marco legal que  sirvió de base para su gran desarrollo.
            Por eso me alegré mucho cuando Bosch ganó las elecciones  nuestras de diciembre de 1962, pensando que ese hecho sería el  punto de arranque de nuestro desarrollo y quedé consternado, al enterarme del golpe de estado de septiembre de 1963.
            Regresé al país al terminar mi obligación en el ejército americano y en Montecristi, en mayo de 1964, inicié un programa de radio por Radio Montecristi, que en esos días era la única emisora en la Línea Noroeste, para orientar a la ciudadanía y lo iniciaba repitiendo las palabras del Gral Antonio Duvergé a Santana, cuando este ejecutó el primer golpe de estado que tuvimos, después de la batalla de Las Carreras en 1849: “Gral Santana, yo no vuelvo mis armas contra el poder legalmente constituido”. El programa se hizo popular y me gane el mote de Gral Santana.
            El 14 de junio de 1964, el ejército cometió atropellos contra los civiles que se manifestaban con motivo de esa fecha y yo, que pensaba esas cosas se habían terminado después de muerto Trujillo, me indigné y por el programa,  arremetí contra el  ejército y el triunvirato gobernante. El programa fue cerrado.
            Entonces entré al Partido Revolucionario Social Cristiano, que se oponía al golpe de estado y me convertí en  presidente del comité provincial de Montecristi. Este partido se alió con el PRD en el pacto de Rio Piedras,  que firmaron Juan Bosch y el Dr. Antonio Rosario, el 30 de  enero de 1965 en Puerto Rico, para luchar por el retorno a la constitucionalidad sin celebrar nuevas elecciones.
            Así las cosas, estalló la revolución de abril de 1965 y fui de los que junto a varios jóvenes tomamos el 25 por la mañana, la emisora Radio Montecristi y pronunciamos la plaza a favor de la revolución. Los días 25 y 26 los militares hacían gestos de apoyo a los jóvenes que en las esquinas y calles del pueblo, hacíamos demostraciones  en favor de  la revolución.

 

 

 

 

 

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