domingo, 16 de agosto de 2009

La Cédula

El afán de Trujillo de controlarlo todo en el país, dió lugar a la aparición de un documento que lo ha sobrevivido por décadas y que ha demostrado ser de gran utilidad para la identificación de los dominicanos; me estoy refiriendo a la Cédula Personal de Identidad, ahora asociada al registro en la Junta Central Electoral. No ocurrió lo mismo con otros dos documentos que Trujillo se empeñó en que los dominicanos tuvieran que portar todo el tiempo:
La inscripción en el Partido Dominicano, que el pueblo bautizó como “la palmita” y posteriormente el registro en el Servicio Militar Obligatorio. Desde la desaparición física de Trujillo en 1961, estos dos documentos perdieron su valor. No así la cédula.
Estos tres documentos se conocían en su “era”, como “los tres golpes”, que las patrullas militares obligaban a presentar a cualquier transeúnte, cuando le viniera en ganas y el no poseer uno de ellos, ponía a esa persona en aprietos y con frecuencia significaba ir a parar a la cárcel.
La cédula fue el primero de los tres documentos en hacerse obligatorio, desde que hizo su aparición en 1932. Aún antes de que las nuevas oficinas estuvieran abiertas al publico, Trujillo en persona se presentó a ellas y se hizo expedir la suya, exclamando, “Todo el mundo debe sacar este documento y llevarlo encima”.
A los funcionarios de su gobierno la cédula se les expedía de forma gratuita.
La edad en que debía sacarse se estableció en los 16 años y debía renovarse anualmente después de eso, pagando un moderado impuesto, que se expresaba aplicando un sello de rentas internas al documento. El país se dividió en demarcaciones y usted podía saber de donde era una persona al instante de ver su cédula, pues tenía un número y a seguidas separado por un guión, un segundo, que señalaba el lugar donde se obtuvo. Algunas comunidades se sintieron orgullosas de su demarcación y viene a mi mente el orgullo que sentían los petromacorisanos al decir, “soy serie 23”.
El pedirle la cédula a los ciudadanos dió origen a una de las anécdotas mas populares de los tiempos de Trujillo. Resulta que un guardia analfabeto le pidió la cédula a un hombre y al verla, la estaba “leyendo” con las letras al revés, esto es, lo de abajo para arriba. Cuando el hombre le hizo la observación al guardia, este le respondió:
“Carajo, usted no sabe que la guardia lee como quiera”.
Modificada posteriormente a la muerte de Trujillo, la cédula es un documento oficial de identificación valioso y hay que decir que muchos países carecen de el, comenzando por los Estados Unidos de América, donde al gobierno federal no posee una manera oficial de identificar a sus ciudadanos y hay que recurrir a documentos como la licencia para manejar, expedidas por los estados, no el gobierno federal con asiento en Washington, para identificar en muchas ocasiones, al ciudadano norteamericano.
Al acercarse al termino de su primer período, Trujillo, a pesar de la difícil situación económica había podido construir puentes colgantes sobre los principales ríos del país y obligando a trabajar campesinos sin remuneración, algunos canales de riego, caminos vecinales y colonias agrícolas.
En su sed de enriquecimiento comenzó a crear monopolios como el de la sal, prohibiendo se extrajera de las aguas del mar y obligando a consumir sal de las minas de Barahona; en 1932 creó la Compañía de Seguros San Rafael, de su propiedad.
Por otra parte Trujillo inició un plan de acercamiento al Presidente Stenio Vincent de Haití, tan pronto se inició el retiro de los “marines” del vecino país en 1933. En octubre de ese año, se entrevistaron por primera vez, Trujllo y Vincent en Ounaminthe, (es frecuente que los dominicanos digamos Juana Mende), un poblado haitiano situado exactamente al cruzar la frontera, frente a Dajabón.
En la mente del dictador dominicano estaba la solución de la cuestión fronteriza entre los dos paises.

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