martes, 11 de agosto de 2009

EL DILEMA DE MONSEÑOR FIETTA

Giuseppe Fietta, italiano, fue el primer nuncio en el país. Tenía su asiento en Puerto Príncipe, Haití y era en realidad un internuncio, ya que representaba al Vaticano ante los dos estados de la isla. Fue a partir de 1954, año en que se firmó el concordato, cuando nuestro país tuvo su propio nuncio y se instaló en el edificio de la Ave Máximo Gómez esq Cesar Nicolás Penson, en la capital, donde aún está ubicada la nunciatura. Fietta viajaba con frecuencia a Santo Domingo y fue un hombre que dinamizó la vida de la Iglesia dominicana, nombrando para el cargo de Administrador Apostólico (A A), a los dos sacerdotes mas capaces existentes en el país en esos días, Lamarche y Castellanos, una vez Monseñor Nouel renunció a su cargo, poco después de su llegada, en febrero de 1931. Al morir Lamarche en 1932, no tuvo reparos en recomendar a Castellanos para la mas alta posición en la Iglesia, a pesar de ser un reconocido antitrujillista. Pero lamentablemente , tanto Lamarche como Castellanos estaban enfermos y solo pudieron ejercer el cargo por poco tiempo y con limitaciones, por su precario estado de salud. Muerto Castellanos, para Fietta no había otro sacerdote dominicano, que reuniera las condiciones para ejercer eficientemente la dirección de la Iglesia. Monseñor Eliseo Perez Sanchez, quien luego de la muerte de Trujillo, sería en 1962, miembro del Consejo de Estado que dirigió el país a la salida de Balaguer, no reunía para el, los atributos que consideraba imprescindibles para ocupar de manera permanente la posición. Perez Sanchez fue designado A A al morir Castellanos en enero de 1934, pero su designación era obviamente interina, pues Fietta envió el mensaje a Roma, de que no había un sacerdote dominicano capaz de suceder a Castellanos de manera definitiva El dilema estaba en que si se nombraba un sacerdote extranjero sería abrumado, agobiado, por el clero local, como sucedió durante los años de la anexión con el Obispo Monzón y los A A nombrados luego de restaurada la republica, hasta la designación de Roque Cocchía, quien recomendó a Roma, designar a Meriño Arzobispo, a pesar de algunas fallas en su conducta. Fietta sugirió que debía ocupar el cargo algún sacerdote extranjero, capaz, que contara con el respaldo de alguna orden sacerdotal fuerte y por esta razón fue enviado Ricardo Pittini, un italiano de la orden de los salesianos, la cual estaba en vías de instalarse en el país, para dirigir una escuela de Artes y Oficios. Pittini contaba a la sazón 58 años de edad, había vivido 34 de ellos en Uruguay, por lo que hablaba perfectamente el español. Había estado residiendo en Nueva York, por los últimos siete años y sería promovido en breve a la sede central de la orden de los salesianos en Turín, Italia, cuando recibió la orden de trasladarse a Santo Domingo. Llegó a bordo del vapor Coamo, el 16 de febrero de 1934, 24 días después de la muerte de Castellanos. Pittini ya había estado en el país en agosto de 1933, en los estudios de factibilidad que realizaban los salesianos para la instalación de una escuela técnica popular y se había entrevistado con Trujillo en esa ocasión, recabando su apoyo para la apertura de la escuela en Santo Domingo. Trujillo aceptó el plan y al regresar Pittini en febrero del año siguiente, participó en la construcción del local de la escuela de artes y oficios, la cual dirigió hasta el año siguiente, pues el 11 de octubre de 1935, el Papa Pio XI, lo designaba Arzobispo de Santo Domingo. Después de la muerte de Castellanos, ya Monseñor Perez Sanchez habia disipado la tirantez que existía entre Trujillo y la Iglesia, durante la dirección del sacerdote puertoplateño. Con Pittini se iniciaría una período de apoyo mutuo, que duraría 25 años, en los que la Iglesia se convertiría en uno de los principales soportes del dictador.

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