sábado, 9 de junio de 2018

Duarte parte para Santiago


ESPECIAL PARA LA INFORMACION                                      AYER Y HOY
articulosdeopinion2004@yahoo.com         JUAN PABLO DUARTE SU VIDA Y SU OBRA (LVIII)
                                                                         Julio M. Rodriguez Grullón
 DUARTE PARTE PARA SANTIAGO.-
              Para  junio de 1844, Duarte se sentía optimista sobre la situación política del país, pues había recuperado el control de la Junta Central Gubernativa (JCG) y esta se preparaba para relevar del mando del ejército del sur a Santana.
              Como el le había dado el ejemplo a este, en marzo de 1844, de sujetarse al poder civil, aunque no se estuviera de acuerdo con la orden, pues no atacó a los haitianos al no ponerse de acuerdo con el,  Duarte no se imaginaba que Santana la iba a desobedecer al recibirla y se pondría en marcha hacia Santo Domingo al frente del ejército del sur, para asaltar el poder, en combinación con el cónsul Saint Denys.
              Tampoco se imaginaba Duarte, que el cónsul por su parte, preparaba una demostración de fuerza en el puerto de Santo Domingo, del poderío naval francés en el Caribe, para forzar a que Santana tomara el poder y se llevara a cabo el protectorado.
              La noticia de la salida  de  Duarte para el Cibao,  llenó de optimismo a Saint Denys respecto al éxito de sus planes, pues el sabía perfectamente que manejar a Sanchez y a Puello, le resultaría mucho mas fácil, que tener que vérselas con Duarte.
              Por otro lado, la situación en el Cibao, aunque controlada por Mella, inquietaba a Duarte.
              Habían surgido allí conflictos, al querer los trinitarios desplazar de los cargos del gobierno, a aquellos dominicanos que habían sido funcionarios durante la dominación haitiana. Estos personajes, como Bobadilla,  a quien veían como su guía en ese momento,  eran separatistas, así como los generales Pedro Ramón de Mena y Fco Ant Salcedo, por lo que para consolidar el control de la JCG, en esa importante zona del país, Duarte interrumpió la confección de su proyecto de constitución y  salió para Santiago, a caballo, el 20 de junio,  al frente de una pequeña columna de la que formaban parte el capitán Juan Evangelista Jimenes, Felix Mariano Lluberes (hermano de su novia Prudencia, La Nona) y el coronel Gregorio del Valle,  militar español que estaba reorganizando el manual de ordenes del ejército dominicano, con ordenes en español, en vez de las francesas que se estaban utilizando  hasta ese momento.
            Jamás se imaginó Duarte que regresaría a Santo Domingo, prisionero, a bordo de una goleta, menos de dos meses después y que sería desterrado, acusado de traidor a la patria que había forjado.
              El obedecía a un decreto de la JCG emitido el 18 de junio de 1844, donde  consignaba que el debía apaciguar los ánimos de los duartistas y que continuaran en sus cargos las personas que estaban en ellos, al momento de producirse la revolución (entendemos que el 27 de febrero) y evitar que se repitan las controversias pasadas, que una comisión enviada previamente, integrada por Delorve, Roche y de Mena,  no había sido suficiente para contener  los disturbios, habiendo sucedido lo contrario, que su presencia produjera una contienda muy desagradable al gobierno, por haber ocurrido entre hombres de tanta respetabilidad.
            La  JCG esperaba que Duarte  “corrija los abusos y enmiende los trastornos que existen y puedan existir, dándole cuenta exacta y continuada (a la JCG) de todas sus operaciones”.
             Firmaban  Sanchez,  Ramirez, Mercenario, Jimenes, Pina, Medrano y Pujols  
Después de cinco días de viaje, pernoctando en sitios como, la Isabela, La Luisa, Antonsí (lugar de nacimiento de Fernando Arturo de Meriño), Cevicos y Cotuí, llegaron a La Vega, el 25 al anochecer, donde se detuvieron cuatro días.
En esta ciudad estaba preparado el primer paso en el plan de Mella, de declarar a Duarte Presidente de la Republica.
El cura párroco, trinitario, José Eugenio Espinosa, lo abrazó calurosamente, así como el comandante de las armas, Manuel Mejía. Quedó alojado en la casa de las hermanas María del Carmden, María Francisca y Manuela Villa.


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