sábado, 20 de julio de 2013

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articulosdeopinion2004@yahoo.com                      MI QUINTO VIAJE A CUBA (III)
                                                                        Julio M. Rodríguez Grullón
Domingo 23 (continuación)
Dejamos atrás las damas de blanco y avanzamos hacia la parte vieja de la ciudad, pasamos por debajo del túnel de la bahía y salimos a la Habana del Este. Visitamos la Cabaña, el Palacio del Morro, el sitio donde se lanzaba el cañonazo a las nueve de la noche y el guía-chofer nos lleva ante un Cristo enorme, de 20 metros de alto, colocado cerca del borde de un promontorio mirando la bahía. No está en una cruz, parece a mas bien una imagen de un Corazón de Jesus Cuatro veces había venido a La Habana y no había visto este Cristo, ni lo había oído mencionar. Cuando veo la chapa que tiene al pie, lo entiendo todo. Había sido inaugurado a finales de diciembre de 1958.
Después de esto fuimos a un paladar a almorzar. La comida era buena, pero había muchas moscas en el lugar y no pudimos disfrutar de la ocasión.
Me llamó poderosamente la atención la gran cantidad de automóviles de fabricación norteamericana, la mayoría de la década de los 1950 y algunos de mas atrás, que veo circulando por las calles de la ciudad. En mis visitas anteriores había visto algunos de estos carros parqueados en la parte vieja de la ciudad, pero ahora hay muchos circulando por todas partes, la mayoría como taxis, parecidos al que montamos en Holguín.
Al preguntar que ha pasado, la respuesta es que gran parte de esos carros tienen ahora motores diesel, vendidos por el gobierno, lo que permite  su uso de forma mas barata.
Ciertamente que estos automóviles le dan a la ciudad un sello característico, que estoy seguro no tiene ninguna otra en el mundo en la actualidad. A David y Mike, les encantaba montarse  en estos vehículos. Después del almuerzo cruzamos el túnel hacia el oeste y llegamos al Hotel Nacional donde nos hospedamos. Inaugurado en 1930, este hotel conserva su aire señorial de la época, ha sido remozado y actualmente está en buen estado.
En la tarde voy a la tienda del hotel buscando aun por un tubo de pasta de dientes. No la hay allí tampoco y la empleada me dice: Señor, no hay pasta de dientes en Cuba.!!
En la noche vamos al Tropicana, el costo de las entradas es de 75 a 95 CUC por persona. El CUC es una moneda que en Cuba es el equivalente a un dólar de Estados Unidos. El peso cubano está a 25 pesos por un dólar.
El show del Tropicana mantiene su espectacularidad. Realmente no hay nada parecido por estos lados del mundo.
Luego del Tropicana regresamos al Nacional y Mike y David deciden que  bajemos al malecón a ver de cerca la actividad que desde el hotel vimos, que allí se desarrollaba.
Como antes, estaban allí las jóvenes jineteras (nombre de las trabajadoras sexuales en Cuba) y las parejas de jóvenes enamorados, pero algo nuevo también veo; homosexuales masculinos abiertamente se pasean por el  lugar, señal inequívoca, de que las cosas están cambiando en Cuba.
Después de permanecer un rato sentados en el malecón, David, Mike y yo, regresamos al hotel.

 

 

 

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