articulosdeopinion2004@yahoo.com MI QUINTO VIAJE A CUBA
(III)
Julio M. Rodríguez Grullón
Domingo 23 (continuación)
Dejamos
atrás las damas de blanco y avanzamos hacia la parte vieja de la ciudad,
pasamos por debajo del túnel de la bahía y salimos a la Habana del Este. Visitamos
la Cabaña, el Palacio del Morro, el sitio donde se lanzaba el cañonazo a las
nueve de la noche y el guía-chofer nos lleva ante un Cristo enorme, de 20
metros de alto, colocado cerca del borde de un promontorio mirando la bahía. No
está en una cruz, parece a mas bien una imagen de un Corazón de Jesus Cuatro
veces había venido a La Habana y no había visto este Cristo, ni lo había oído
mencionar. Cuando veo la chapa que tiene al pie, lo entiendo todo. Había sido inaugurado
a finales de diciembre de 1958.
Después
de esto fuimos a un paladar a almorzar. La comida era buena, pero había muchas
moscas en el lugar y no pudimos disfrutar de la ocasión.
Me
llamó poderosamente la atención la gran cantidad de automóviles de fabricación norteamericana,
la mayoría de la década de los 1950 y algunos de mas atrás, que veo circulando
por las calles de la ciudad. En mis visitas anteriores había visto algunos de
estos carros parqueados en la parte vieja de la ciudad, pero ahora hay muchos
circulando por todas partes, la mayoría como taxis, parecidos al que montamos
en Holguín.
Al
preguntar que ha pasado, la respuesta es que gran parte de esos carros tienen
ahora motores diesel, vendidos por el gobierno, lo que permite su uso de forma mas barata.
Ciertamente
que estos automóviles le dan a la ciudad un sello característico, que estoy
seguro no tiene ninguna otra en el mundo en la actualidad. A David y Mike, les
encantaba montarse en estos vehículos. Después
del almuerzo cruzamos el túnel hacia el oeste y llegamos al Hotel Nacional
donde nos hospedamos. Inaugurado en 1930, este hotel conserva su aire señorial
de la época, ha sido remozado y actualmente está en buen estado.
En
la tarde voy a la tienda del hotel buscando aun por un tubo de pasta de dientes.
No la hay allí tampoco y la empleada me dice: Señor, no hay pasta de dientes en
Cuba.!!
En
la noche vamos al Tropicana, el costo de las entradas es de 75 a 95 CUC por
persona. El CUC es una moneda que en Cuba es el equivalente a un dólar de
Estados Unidos. El peso cubano está a 25 pesos por un dólar.
El
show del Tropicana mantiene su espectacularidad. Realmente no hay nada parecido
por estos lados del mundo.
Luego
del Tropicana regresamos al Nacional y Mike y David deciden que bajemos al malecón a ver de cerca la actividad
que desde el hotel vimos, que allí se desarrollaba.
Como
antes, estaban allí las jóvenes jineteras (nombre de las trabajadoras sexuales
en Cuba) y las parejas de jóvenes enamorados, pero algo nuevo también veo; homosexuales
masculinos abiertamente se pasean por el
lugar, señal inequívoca, de que las cosas están cambiando en Cuba.
Después
de permanecer un rato sentados en el malecón, David, Mike y yo, regresamos al
hotel.
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