Duarte es enviado de regreso a Venezuela y lo rechaza
Julio M. Rodríguez
Julio M. Rodríguez | ACTUALIZADO 15.02.2019 - 7:28 pm
JUAN PABLO DUARTE. SU VIDA Y SU OBRA (LXXX)
Duarte había llegado a Santiago el 4 de abril, había sido recibido oficialmente por el gobierno restaurador el 5 y mientras sus demás compañeros de viaje habían sido asignados a distintos lugares de la lucha restauradora, el seguía en su casa de Gurabito y reuniéndose con los miembros del gobierno provisional de la república en armas.
Es cierto que su precario estado de salud no le permitía actividades físicas fuertes, pero el, no obstante eso, deseaba ser enviado a algún lugar de la lucha contra los españoles.
Así las cosas el 14 de abril de 1864, recibió la siguiente comunicación:
Señor General don Juan Pablo Duarte:
Santiago
Habiendo aceptado mi gobierno los servicios que de una manera tan espontánea se ha servido usted ofrecer, ha resuelto utilizarlos encomendándole a la Republica de Venezuela, una misión cuyo objeto se le informará oportunamente.
En esta virtud mi Gobierno espera que usted se servirá alistarse para emprender viaje, mientras se preparan las credenciales y pliegos de instrucciones del caso.
Dios guarde a usted muchos años
Santiago, 14 de abril de 1864
El Ministro de Hacienda, encargado de las relaciones exteriores
Alfredo Deetjen
Al recibir esta comunicación Duarte quedó estupefacto.
Cierto que el gobierno necesitaba ser reconocido y ayudado desde el exterior y Venezuela era el país, fuera de la isla, donde mejor acogida había tenido la restauración y el había recomendado y se había designado a Melitón Valverde para una misión diplomática allí.
Cierto que el tenía muy buenos contactos con las autoridades venezolanas y también era cierto que su estado de salud hacían difícil que pudiera desempeñarse en un área de combate, pero su salud iba a mejorar y el no quería irse, así que al día siguiente contestó de esta manera a Deetjen:
Tengo a la vista su importante nota de fecha de ayer, en que me pide que habiendo aceptado su gobierno mis servicios, ha resuelto utilizarlos encomendándome a la Republica de Venezuela una misión de cuyo objeto se me informará oportunamente, y que en esa virtud su gobierno espera que yo me aliste para emprender viaje, mientras tanto se preparan las credenciales y pliego de instrucciones del caso, a lo cual contesto:
Que el mal estado en que se encuentra mi salud no me permite aceptar por ahora el alto honor que se pretende hacerme, pues a mas de exponerme a gastar en medicinas y facultativos los fondos que a mi disposición se pusiesen para el viático, no podría desempeñar el encargo con aquella regularidad, acierto y presteza que requieren las circunstancias, la dignidad del Gobierno y mi propio honor.
Crea usted que a no ser por la escasez de salud no habría permanecido en la inacción los días que hace que estoy aquí , pues con la venia de su gobierno hubiera pasado (cual pensaba) inmediatamente cerca del ilustre General Presidente José Antonio Salcedo a tener el gusto de saludarle y conocer personalmente, al que tan dignamente preside la Restauración dominicana, y hoy tuviera el placer de contestar a la nota que me refiero de un modo mas satisfactorio para todos.
Al individuo que el gobierno se sirva nombrar en mi lugar, yo podré dar notas para todas aquellas personas con las cuales me he entendido y deberá entenderse en Venezuela, para el buen desempeño de su comisión.
No contesté desde ayer mismo a su nota, porque el deseo de corresponder a las miras del Gobierno, me hacía esperar que hoy me encontraría en mejor disposición de salud, lo que por desgracia no ha sucedido, con harto sentimiento de mi parte.
Dios guarde a usted muchos años
Duarte había llegado a Santiago el 4 de abril, había sido recibido oficialmente por el gobierno restaurador el 5 y mientras sus demás compañeros de viaje habían sido asignados a distintos lugares de la lucha restauradora, el seguía en su casa de Gurabito y reuniéndose con los miembros del gobierno provisional de la república en armas.
Es cierto que su precario estado de salud no le permitía actividades físicas fuertes, pero el, no obstante eso, deseaba ser enviado a algún lugar de la lucha contra los españoles.
Así las cosas el 14 de abril de 1864, recibió la siguiente comunicación:
Señor General don Juan Pablo Duarte:
Santiago
Habiendo aceptado mi gobierno los servicios que de una manera tan espontánea se ha servido usted ofrecer, ha resuelto utilizarlos encomendándole a la Republica de Venezuela, una misión cuyo objeto se le informará oportunamente.
En esta virtud mi Gobierno espera que usted se servirá alistarse para emprender viaje, mientras se preparan las credenciales y pliegos de instrucciones del caso.
Dios guarde a usted muchos años
Santiago, 14 de abril de 1864
El Ministro de Hacienda, encargado de las relaciones exteriores
Alfredo Deetjen
Al recibir esta comunicación Duarte quedó estupefacto.
Cierto que el gobierno necesitaba ser reconocido y ayudado desde el exterior y Venezuela era el país, fuera de la isla, donde mejor acogida había tenido la restauración y el había recomendado y se había designado a Melitón Valverde para una misión diplomática allí.
Cierto que el tenía muy buenos contactos con las autoridades venezolanas y también era cierto que su estado de salud hacían difícil que pudiera desempeñarse en un área de combate, pero su salud iba a mejorar y el no quería irse, así que al día siguiente contestó de esta manera a Deetjen:
Tengo a la vista su importante nota de fecha de ayer, en que me pide que habiendo aceptado su gobierno mis servicios, ha resuelto utilizarlos encomendándome a la Republica de Venezuela una misión de cuyo objeto se me informará oportunamente, y que en esa virtud su gobierno espera que yo me aliste para emprender viaje, mientras tanto se preparan las credenciales y pliego de instrucciones del caso, a lo cual contesto:
Que el mal estado en que se encuentra mi salud no me permite aceptar por ahora el alto honor que se pretende hacerme, pues a mas de exponerme a gastar en medicinas y facultativos los fondos que a mi disposición se pusiesen para el viático, no podría desempeñar el encargo con aquella regularidad, acierto y presteza que requieren las circunstancias, la dignidad del Gobierno y mi propio honor.
Crea usted que a no ser por la escasez de salud no habría permanecido en la inacción los días que hace que estoy aquí , pues con la venia de su gobierno hubiera pasado (cual pensaba) inmediatamente cerca del ilustre General Presidente José Antonio Salcedo a tener el gusto de saludarle y conocer personalmente, al que tan dignamente preside la Restauración dominicana, y hoy tuviera el placer de contestar a la nota que me refiero de un modo mas satisfactorio para todos.
Al individuo que el gobierno se sirva nombrar en mi lugar, yo podré dar notas para todas aquellas personas con las cuales me he entendido y deberá entenderse en Venezuela, para el buen desempeño de su comisión.
No contesté desde ayer mismo a su nota, porque el deseo de corresponder a las miras del Gobierno, me hacía esperar que hoy me encontraría en mejor disposición de salud, lo que por desgracia no ha sucedido, con harto sentimiento de mi parte.
Dios guarde a usted muchos años
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