ESPECIAL
PARA LA INFORMACION AYER Y HOY
articulosdeopinion2004@yahoo.com JUAN PABLO DUARTE SU VIDA Y SU OBRA (LXX)
Julio M. Rodriguez Grullón
LA
ODISEA DE JUAN ISIDRO PEREZ
Sin
hay una vida entre nuestros próceres de la independencia que merece ser llevada
al cine por el dramatismo que encierra, es
la de Juan Isidro Perez de la Paz (1817-1868).
De
origen humilde, (el no pertenecía a los “blanquitos de la atarazana”), su
vivienda estaba ubicada en lo que entonces eran las afueras de la ciudad, de quizás
unos 12 mil habitantes, del Santo
Domingo de los 1830.
Desde
que Duarte regresó en 1831, Juan Isidro, quien para estos días contaba 14 años
de edad, fue uno de sus mas leales y adeptos seguidores. No faltaba una clase
en las tardes y cuando Duarte inició las lecciones de esgrima, el resultó ser
el mejor espadachín del grupo.
Cuando
la Dramática inició sus presentaciones de obras, Juan Isidro era uno de los
mejores, sino el mejor de los actores y cuando se necesitó un sitio para en una
ceremonia organizar formalmente el movimiento
independentista, su residencia estuvo disponible sin condiciones, aquel
memorable 16 de julio de 1838. Formó junto con Duarte y Pedro Alejandrino Pina,
la célula trinitaria mas estable y activa, durante los años de lucha contra la dominación
haitiana. Una de sus hermanas, Altagracia, en 1849, casó con Manuel Jimenes,
quien era Presidente de la Republica
desde el año anterior y quien era como el, compañero de luchas junto a Duarte
contra los haitianos.
A
principios de agosto de 1843, durante la persecución de Herrad, Duarte tuvo que
partir para el exilio y poder así salvar
su vida y cuando Duarte y Pina en medio
de la noche ya habían abordado la embarcación que los sacaría del país, a
última hora apareció Juan Isidro en un bote y en la desembocadura del Ozama se les unió.
Pero
donde su lealtad a Duarte tomó ribetes extraordinarios , fue con los hechos ocurridos el 15 de julio de 1844 en
la mañana, a raíz de la sublevación de Santana contra la Junta Central Gubernativa
(JCG) presidida por Sanchez, cuando Santana se dirigía, por la plaza de armas, al
palacio de gobierno, acompañado de su escolta, a comunicar la reorganización de
la misma. De la correspondencia enviada
por el cónsul francés Saint Denys al canciller Guizot, extraemos este relato de
lo ocurrido:
Se
produjo un fuerte intercambio de palabras entre Juan Ruiz, miembro de la escolta
y Juan Isidro Perez, ambos se amenazaron con armas. Cuando Santana quiso calmar
los ánimos, Perez le faltó también a el. Entonces algunos oficiales pensando
que había un complot para matar a Santana, comenzaron a vociferar, a las armas,
a las amas, asesinan a Santana y se
formó un formidable desorden. Después de hablar con el Gral Manuel Jimenes, siguiendo
su consejo me retiraba al consulado, cuando vino corriendo hacia mi el Coronel
Felipe Alfau sable en mano, protegiendo a riesgo de su vida a Perez y me pidió
lo llevaramos al consulado para salvarle la vida, lo cual pudimos hacer
milagrosamente.
A
la mañana siguiente, acompañado por el
capitán del Euryale, lo llevé a bordo de esa nave y así logré sacarlo de la ciudad.
El
Euryale salió para Saint Thomas y luego tomó la ruta por el norte de la isla
para dirigirse a Puerto Principe en Haití. Juan Isidro sabía que Duarte estaba
en Puerto Plata y cuando la embarcación pasaba cerca de esa ciudad, amenazó con
tirarse al agua y ahogarse, si el barco no lo dejaba allí, para poder reunirse
con su líder. El capitán se vió obligado
a complacerlo. Al llegar a Puerto Plata se encontró con que Duarte estaba preso
y hacia la fortaleza se dirigió para que lo encerraran con el. Luego partieron
juntos para el exilio en Hamburgo, Alemania y allí se separaron, aunque
mantenían contacto por correspondencia.
Pero
todos estos acontecimientos trastornaron su cerebro y cuando regresó en 1848 era ya un demente.
Murió en Santo Domingo, de cólera, durante la
epidemia de esta enfermedad en la ciudad en 1868 y fue enterrado en una fosa
común, junto con otras víctimas de la epidemia, por lo que no fue posible
identificar sus restos.
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