ESPECIAL
PARA LA INFORMACION AYER Y
HOY
articulosdeopinion2004@yahoo.com JUAN PABLO DUARTE SU VIDA Y SU OBRA
(LXV)
Julio
M. Rodriguez Grullón
DUARTE
EN PUERTO PLATA.-
En
Puerto Plata Duarte tenía tres grandes admiradores:
1) El
Padre Dr. Manuel Gonzalez Regalado Muñoz, cura párroco de la ciudad y gran
orador.
2) El
Gral Antonio Lopez Villanueva, ya bien entrado en años y quien lo seguía incondicionalmente.
3) El
comerciante Pedro Dubocq, quien aunque no había nacido en nuestro país, pues provenía
de una de las pequeñas islas del Caribe que nos rodean , la mas probable Martinica,
pero quien demostró poseer un amor por la dominicanidad que le faltaba a muchos dominicanos de nacimiento, .comenzando
por los separatistas.
Es Dubocq, una de las personas mas
importantes de estos tiempos en la novia del Atlántico, pues fue unos años después,
quien sacó a Luperón de las calles de la ciudad, donde era un joven pobre que
luchaba para sobrevivir con su madre y
cuando tenía 15 años, se lo llevó a su finca en Jamao, lo hizo capataz de sus
obreros , pues le vió condiciones de
líder y lo introdujo a su biblioteca, donde el joven se culturizó.
No me cabe la menor duda de que fue
Dubocq quien le inculcó a Luperón su respeto por Duarte y su patriotismo que lo
caracterizó por el resto de sus días.
Fue frecuente ya en la década de los
1880, ver a Luperón y Dubocq, pasearse por las calles de Puerto Plata, en amigables
conversaciones.
Duarte partió desde Santiago para
Puerto Plata a caballo, el 8 de julio de 1844, con su comitiva que le
acompañaba desde Santo Domingo y tomó la ruta de La Laguna ( hoy Villa
Gonzalez) pernoctando en Navarrete.
Al día siguiente se internó en la
cordillera septentrional pasando por Altamira y llegó en la noche a Bajabonico (hoy Imbert) donde durmió.
Desde este lugar salió para Puerto Pata donde llegó el día 10 y fue recibido
con homenajes parecidos a los de La Vega el 25 de junio y en Santiago el 4 de
julio. En la iglesia parroquial de Puerto Plata,
Duarte fue colocado en el presbiterio junto a Lopez Villanueva y Dubocq, donde
escuchó el solemne Te Deum oficiado por Regalado Muñoz y su sermón elogiando su
figura.
El Dr. Pedro Troncoso Sanchez recoge
en la pag 322 de su Vida de Juan Pablo Duarte de la Colección Duartiana del
Instittuto Duartiano, 2002, el siguiente párrafo de este sermón a los allí presentes:
“su reconocimiento, adhesión y
gratitud hacia el mas sano de corazón y devoto de pensamiento de los
libertadores de América, ungido por la
providencia para hacer puro y fraterno el sentimiento de los dominicanos y conducir
al extraviado destino de la República, por los santos caminos de la fe divina y
el amor a los sagrados fueros ciudadanos.”.
A seguidas, ese 10 de julio de 1844,
pasaron Duarte y sus acompañantes al salón del ayuntamiento donde el Gral Lopez
Villanueva entregó al recién llegado, el acta de pronunciamiento de los
puertoplateños, para que ocupara la presidencia de la República. Regalado Muñoz
tomó de nuevo la palabra para decirle:
“No desmayar en sus virtuales propósitos
de salvar la República encomendada desde aquel momento a su honradez y patriotismo,
sin ceder a sus credenciales de único elegido para conducir gloriosamente los
destinos de la tierra recién liberada.”
Duarte debió sentirse en posición embarazosa nueva vez y
al igual que a Mella en Santiago tener que explicar que antes de tener un
presidente era obligatorio dar los pasos de una constituyente y luego proceder
al elegir un Presidente.
Su adhesión a este proceso solo
servía para desilusionar aquellas personas llenas de buena fe, pero carentes de
cultura política y de las consecuencias
de tener un presidente por aclamación y no por un proceso constitucional.
Al
responder a estas peticiones, Duarte pronunció una de sus expresiones mas
elocuentes y hermosas , que reproduciremos mas adelante.
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