UNA PROVOCACION
DR. JULIO
M. RODRIGUEZ GRULLON*
Entre
dominicanos y haitianos no es posible una fusión
Juan
Pablo Duarte
La
visión extraordinaria del fundador de esta república, que en 1829 y cuando eramos dominados por nuestro vecino
de la parte oeste de la isla, decidió que iba a luchar por una Republica
Dominicana libre e independiente de toda dominación extranjera y que en esa lucha
perdió, no de los vecinos, sino de los mismos dominicanos, que pensaban que eso
era una locura y que este país que vivimos era una quimera y que nosotros teníamos
que ser, una Martinica, o un Puerto Rico, o seguir siendo colonia española.
Pero
Oh, sorpresa, la quimera resultó una realidad y la proporción de fuerzas se ha
invertido en la isla, ahora la parte este es la fuerte y la oeste la débil.
Sin
embargo, poderosas fuerzas internacionales no asimilan esa nueva desigualdad, al parecer se pretende
que la isla sea de nuevo una e indivisible, pero con Santo Domingo como capital
y que nos echemos a cuesta, el problema
haitiano.
Un absurdo, del cual se
deriva la provocación esa, de supuestos dominicanos, tocando, no guira, tambora
y acordeón, sino instrumentos extraños a esta patria de Duarte, que corresponden a ritmos exóticos, como para
que nos habituemos a ellos, nada menos que en el sitio donde se inició esta república.
Lo que merecen estos
sujetos por esa payasada, es una pela, para que no vuelvan a utilizar el
recinto sagrado de nuestra independencia, para esas vagabunderías.
Las naciones poderosas del planeta, que poseen los recursos para
solucionar o contribuir eficazmente a resolver el problema haitiano, no les
interesa hacerlo y como prueba de lo que decimos el Presidente Trump, acaba de decir que a los haitianos no
se les renovará una gracia de migración concedida por el desastre que dejó un terremoto en
Haití, hace siete años
Hay también sectores
dentro del cristianismo dominicano, que pretenden llevar la caridad en el caso
haitiano, a un extremo que no es posible en la actualidad y que solo acarreará
enfrentamientos, que pueden llegar a la
violencia y alejar la posibilidad de que el buen fin que se busca, se aleje en vez de acercarse.
Para el cristiano, el fin
no justifica los medios y las cosas del cesar son a veces mas complicadas que
las de Dios y se debe proceder con cautela y no apadrinar actos que en vez de
mejorar la situación presente, la agraven. Me parece mas lógico en este momento,
que estos sectores traten de convencer a
Trump, de extender la caridad cristiana a los haitianos en Estados Unidos.
La raíz del problema haitiano
reside en la forma en que se formó ese país.
Esclavos analfabetos, que
no se podían comunicar bien entre si y que al final adoptaron el creole, que
era el lenguaje que utilizaban sus amos para comunicarse con ellos, estallaron,
bajo el impulso de la revolución francesa de 1789, con su lema de igualdad,
libertad y fraternidad, en una rebelión que fue social, política y racial a la
vez. Fue como si un volcán humano hiciera erupción allí y desatara su furia, contra todo lo que no fuera negro,
arrasándolo todo a su paso y aunque de inicio eran superiores en habitantes y recursos a los de la colonia española
vecina, de la que terminaron adueñándose en 1822, la incapacidad de gobernarse a si mismos, les fue llevando
cuesta abajo en la rodada, hasta su precaria situación actual.
Su
terquedad en no aceptar nuestra independencia y estar del lado perdedor en una
guerra de 15 años (hasta que Geffrard destronó a Soulouque en 1859, cuando pretendía
invadir de nuevo nuestro territorio) contribuyó a acelerar su desgracia.
La solución al problema es
que Haití se desarrolle, eso requiere educación,
recursos y paciencia. El sendero es largo y los dominicanos queremos y podemos
ayudar, pero no permitiendo que vengan a agravar nuestra pobreza, pues aunque estemos mas adelantados
que ellos, somos también un país pobre, .en vías de desarrollo.
Soy de los que cree que
nuestro presupuesto nacional debe
contemplar una partida para ayuda extranjera, de la cual Haití debe recibir la
mayor tajada.
Finalmente, confiamos en
que actos como el que señalamos al inicio de este articulo, no se repitan. Sus
resultados serán todo lo contrario a lo que se pretende y acarreará males evitables,
innecesarios.
*
El autor es médico de profesión, actual Secretario General del Instituto
Duartiano
Publicado en el Listín Diario,
el 24 de nov 2017 pag 9A
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