Especial
para LA INFORMACION AYER Y HOY
Julio M. Rodríguez Grullón
Esta
columna no pretende ser imparcial en el actual proceso político que vive el
país y hoy nos proponemos justificar, porque votaremos por Danilo Medina, el
próximo 15 de mayo, 2016.
De
inicio nos oponíamos a la reelección, porque es el primer paso para el continuismo
en el poder, que tanto daño le ha hecho al país y nos parecía adecuado el plan de no
reelecciones continuas. Sin embargo, el argumento de que adoptaríamos el sistema
de elección presidencial de los Estados Unidos, en que después de una reelección, esa persona no
puede volver a la presidencia de la Republica, junto con el aspecto lamentable
que ofrece la oposición para estas elecciones, me convenció para cambiar de
opinión.
Una
reelección y fuera, ha demostrado ser el sistema mas adecuado para un país
democrático y me parece, ha sido la base
para que los Estados Unidos se convirtieran, de trece colonias inglesas en la
costa este de Norteamérica, a potencia mundial, en un período de 109 años
(1789-1898).
Ciertamente
que Danilo lo ha hecho bien; ha mantenido la macroeconomía estable, el
crecimiento de la clase media lo demuestra por si solo los tapones en el
tránsito que se forman en nuestras
ciudades, sus visitas sorpresas han sido una innovación conveniente para un
Presidente mantenerse en contacto con el pueblo, ha respetado las libertades
públicas, no tenemos presos políticos (aunque debiéramos tener algunos
políticos presos) y aunque la
delincuencia se ha aprovechado del clima de libertad, para poner en zozobra a
gran parte de la población, eso no es suficiente para decir que su gestión no
ha sido positiva.
En cuanto a la
corrupción de que se le acusa, esa es la queja que se ha hecho a todos los gobiernos democráticos que hemos tenido
post-trujillo y cuando uno mira a su alrededor, es la acusación mas común
contra los gobernantes.
No
hay nada que garantice que de triunfar la oposición, cesará la corrupción.
Ahora bien, no pretendemos
decir que Danilo no ha cometido errores. Uno de ellos fue concederle el placet
al actual embajador americano en el país, convertido en un activista de la homosexualidad
y otras modalidades de comportamiento, alejadas del sexo tradicional.
Aparecerse en una
escuela un hombre (quien sea), acompañado de su “esposo”, es un ejemplo desastroso, para la futura conducta
sexual de esos estudiantes. La homosexualidad no es un comportamiento normal,
aunque los médicos no podemos explicar su causa y por ende no tenemos tratamiento. Lo que debe hacerse es tolerar
esas personas y no discriminarlas por esa razón, pero de ninguna manera podemos
aceptar, que se presente este
comportamiento como normal. En relación a este tema, nos solidarizamos con la
posición de la Conferencia Episcopal emitida recientemente y a la que el
gobierno debe prestarle atención.
Finalmente,
en la oposición, el grupo que apoya al candidato que se dice tiene mayores
posibilidades de derrotar al Presidente, acaba de dar un ejemplo lastimoso de
degradación moral, al asesinar, un aspirante a cargo electivo, al ex-rector de la
Universidad Autónoma de Santo Domingo, Mateo Aquino Febrillet, en una rebatiña
por un cargo electivo.
Eso
es lo que pasa cuando un partido trata
de crecer rápidamente, para presentarse como
una opción de poder; que se aceptan personas oportunistas, sin respeto
por los demás.
El
PLD, aunque ya no es el partido de los tiempos de Bosch, todavía conserva una
dirigencia formada en sus Circulos de Estudio. El PLD creció gradualmente, inicialmente como partido
de cuadros, que luego se abrió a partido de masas y la influencia que aun
conserva de su fundador, lo hace el Partido que sale mejor parado, de los cuestionamientos
a la actual estructura partidista del país.
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