articulosdeopinion2004@yahoo.com UNA VISITA A L,A ZONA CONSTITUCIONALISTA (y II)
Julio M. Rodriguez Grullón
Me despedí de Euclides con un abrazo y no se lo dije entonces ni creo se lo he dicho después, pero que orgulloso me sentí de tener un amigo que participara activamente en aquella epopeya de la dominicanidad. Lo que si le he dicho varias veces es que el debe escribir un libro sobre este hecho histórico, el mas importante ocurrido en el país desde la muerte de Trujillo y en el cual estuvo involucrado desde sus inicios.
Ese día antes de juntarme con Euclides, había entrado de nuevo por la mañana, a la zona constitucionalista y recorrido en mi vehículo varias calles de ella; pude ver numerosas casas con tremendos agujeros. Recuerdo una en la Cesar N. Penson cerca de donde mis tíos, que tenía toda una pared destrozada, consecuencia de un bazukazo.
Por ninguna parte vi letreros alusivos al comunismo o a Fidel Castro, aunque ciertamente la invasión yanqui había empujado a los constitucionalistas en esa dirección.
Esta segunda vez recuerdo haberme juntado en la mañana con Rafito Pimentel (fallecido), en la calle Las Mercedes y nos sentamos a conversar unos minutos en el parquecito donde está la estatua de María Trinidad Sanchez, en la esquina con la 19 de Marzo. Rafito, mi primo y vecino en Montecristi, estaba muy emocionado por lo que estaba ocurriendo y le brotaba un patriotismo ardiente por su mirada.
De regreso a Montecristi, pude darme cuenta de que todo aquel que entraba a la zona
constitucionalista quedaba “fichado”,
pues mi amigo, el Dr. Juan E. Kunhardt, tan pronto me vió me dijo “Creíamos que te ibas a quedar
allá dentro”. Le dije que no, que se podía entrar y salir libremente de la
zona, que yo quería ver con mis propios
ojos como era aquello y que si el quería también podía hacerlo. Con una sonrisa
en los labios me dijo “ No, yo no me
acerco por ahí”
Como
el Banco de Reservas no funcionaba, porque su oficina central estaba dentro de
la zona constitucionalista, el Banco Agrícola, cuya oficina principal estaba fuera de ella, estaba realizando todas
las operaciones comerciales y los pagos de los empleados públicos también se hacían a través de el.
Como los periódicos tradicionales dejaron de publicarse, las noticias sobre lo que
estaba ocurriendo en las negociaciones
para terminar el conflicto no eran claras. Se rumoraban muchas cosas la mayoría falsas, pero a finales
de agosto, principios de septiembre se llegó a un acuerdo.
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