articulosdeopinon2004@yahoo.com LA ERA DE TRUJILLO. EPILOGO
(y II)
Julio M. Rodriguez Grullón
Al mismo tiempo que sembraba el terror, Trujillo se iba
apoderando de negocios, creando monopolios
y arrebatando tierras.
A partir de 1946, comenzó la economía mundial a
recuperarse de la segunda guerra mundial y nadie podía en el país competir con
Trujillo en los nuevos negocios e
industrias que iban surgiendo. El dictador desplazó incluso a los
norteamericanos como el principal poder económico en el país, llegando a controlar el y sus allegados el 50% de la
economía nacional; la otra mitad estaba un 25 % en manos extranjeras y un 25% en capital dominicano, de algunas
familias tradicionales, que pudieron resistir como pudieron, la embestida
trujillista.
Bosch dijo muy claro, que en los 1950 no se podía
comprender lo que ocurría en el país, si no se le veía como una empresa, en la
que Trujillo era el dueño y los demás dominicanos, sus aterrados empleados. En esa empresa se pagaban salarios
de hambre y se ahondó la división entre ricos y pobres, que arrastramos desde
los tiempos coloniales.
Trujillo estaba rodeado de un ambiente de degradación
moral y de adulones, que competían entre si por mantener su favo.
Aun Paulino, el favorito mas capaz que tuvo, tenía que hacer en ocasiones las veces de
celestino, para satisfacer el apetito sexual insaciable de Trujillo. Entonces
no se puede pretender, que otras figuras
pudieran mantenerse por mucho tiempo en el favor del tirano, sin proporcionarle satisfacción a su líbido.
Todo este halo tenebroso de crímenes y degradación
moral, que rodea la figura de Trujillo, no debe hacernos perder de vista lo
siguiente:
El poseía una energía para el trabajo increíble,
tenía visión política para saber que hacer en determinado momento para
favorecer sus intereses personales, que llegaron a confundirse con los del estado, un estado que el encontró
débil y al que fortaleció, porque le convenía personalmente.
Es por eso imposible negar que Trujillo sentó las bases del
estado dominicano como lo conocemos actualmente, dotándole de dos
instrumentos imprescindibles para su funcionamiento. El le dió frontera y moneda.
Asimismo realizó obras de infraestructura, como
carreteras, puentes y acueductos, impulsó la educación y mejoró la salud del
pueblo. Adquirió la producción de la energía eléctrica y los apagones eran
desconocidos bajo su mandato.
Todas estas cosas, junto con el orden y la poca cantidad de delitos que se
cometían, debido a la parálisis que producía el terror difuso, hacen que con
frecuencia oigamos decir que necesitamos otro Trujillo para enderezar este
país.
Nada mas lejos de la verdad.
La actual situación se debe a que después de su muerte, las fuerzas del mal
se han desarrollado de tal forma,
que las del bien apenas pueden
controlarlas. Las fuerzas del bien no se
fortalecen en una dictadura. Debemos por
encima de todo, mantener nuestra libertad
y el orden y el bien prevalecerán. No hay que desesperarse
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